SOCIALIZACION, FAMILIA E INCLUSION SOCIAL

Las relaciones interpersonales entre familia, que a lo largo de nuestra vida se dan como parte de un proceso socializador, además de ser la piedra angular de la vida de todo ser humano es de vital importancia para poder entender el concepto de inclusión social y cómo éste al final es el que debe direccionar todas las acciones encaminadas a orientar el hacer y el que hacer de una persona en situación de discapacidad.
Es así, como la socialización es un proceso que se da a lo largo de la vida y permite a las personas desde la más temprana infancia hasta la vejez, adaptarse a las nuevas circunstancias del entorno, de tal forma que logran en cada etapa de la vida una inclusión al medio social.

Aunque la familia no es el único agente de socialización, ya que también socializan la escuela, el trabajo y los amigos, si es el primero y su función socializadora se mantiene y de modo bastante estable durante largos periodos de tiempo.
Es la familia la que desarrolla en la persona un sistema de valores, actitudes y creencias; referidos a los aspectos más importantes de la vida y en definitiva la que contribuye a crear un modo de percibir la realidad física y social y un modo de percibirse a sí mismo. El proceso se lleva a cabo a través dos aspectos: mediante la implicación de padres, hermanos, abuelos y demás familiares, y también, mediante diversas estrategias como el modelado, la instrucción
directa y la experiencia compartida, en las cuales se da una alta implicación afectivo – emocional.

Aún siendo permeable a la sociedad, la familia actúa como una envoltura social  que protege la intimidad de los miembros que la conforman, mantiene a los extraños a una distancia razonable y atenúa los cambios sociales creando un marco espacial y temporal que facilita al individuo la asimilación de las cambios externos. Además, esta función socializadora del sistema familiar supone que la familia tiene proyectos, vínculos y compromisos que van más allá de lo biológico, más allá de los que se derivan del parentesco.

En ese mismo sentido, muchas filosofías y pensamientos religiosos, como el hindú, la filosofía griega, el cristianismo o el confucionismo, hacen referencia a la necesidad de proyección de afectos, sentimientos y vinculaciones genuinas de la familia hacia las relaciones interpersonales con otros miembros de la comunidad o con la humanidad en general.

Durante la infancia, los seres humanos se apropian de los roles, actitudes y valores de las personas que les son significativas (padres, hermanos, maestros, amigos) y se identifican con ellos. Es el primer paso hacia la identidad y la inclusión social. Los niños no sólo aceptan los papeles sociales (roles) de estas personas sino el mundo que representan.

Con el proceso de socialización el ser humano se va desarrollando históricamente, formando una identidad personal y social. Se dice que es histórico ya que este proceso se caracteriza por su concreción temporal y espacial. Es así como la socialización afirma a cada individuo desde su identidad personal.

La persona desde niño se va configurando, va llegando a ser en su desarrollo en y frente a la sociedad como afirmación de su particular individualidad, siendo el niño  el fruto de un proceso histórico de configuración el cual así mismo marca al individuo con el sello propio de la sociedad y grupo social en el que se desarrolla.

La persona es quien, a través de su historia concreta, desarrolla un lenguaje, asume unos principios morales y adquiere una identidad personal la cual está referida a un contexto objetivo concreto, a un mundo de relaciones sociales y aún universo de símbolos, valores y normas. La identidad personal se afirma así en las relaciones interpersonales y aunque es relativamente estable, evoluciona históricamente. Así, la identidad es al mismo tiempo producto de la sociedad y de la propia acción personal.

Con todo lo anterior se podría concluir que el ser humano, por su misma condición de ser social, es un ser inmerso e integrado a una sociedad ya que está en continua interacción con los entes que ella ha dispuesto para su desarrollo. Sería ilógico hablar entonces de inclusión social en términos de socialización ya que por naturaleza los seres humanos están incluidos socialmente. Lastimosamente este proceso dialéctico en la mayoría de los casos cambia cuando una persona se ve enfrentada a una situación de discapacidad dada una enfermedad crónica como la Esclerosis Múltiple.

El término inclusión ha hecho que se replanteen conceptos como desarrollo humano, el deber ser de la educación y la familia y su responsabilidad en la aceptación, participación, pertenencia y valoración de la persona en situación de discapacidad en la sociedad.

La inclusión social no sólo es tratar a la persona en situación de discapacidad igual que a los demás, se requiere de unas redes de apoyo para brindar mejores oportunidades de participación y ayuda donde todas las personas que conviven con la persona puedan vivir juntas con sus fortalezas y debilidades, respetuosos de las diferencias, con solidaridad y tolerancia. Busca que esta persona pertenezca, participe y sea valorada como un miembro activo en la comunidad, obviamente y claro, está empezando desde su familia. Este proceso no es fácil, se necesitan muchos cambios y tiempo para que sea una realidad, pero sobre todo se requiere creer en la persona y sentir la necesidad de apoyarla para que, a partir de nuevas actitudes, cambie el hacer.

El principio de la inclusión recomienda una convivencia en igualdad de oportunidades y derechos, con actitudes de aceptación y de respeto, en una sociedad que elimina las barreras físicas, arquitectónicas y actitudinales que impiden o limitan la participación plena de la persona en situación de discapacidad para propiciar su incorporación completa en las acciones y en los procesos que constituyen la existencia y el desarrollo de una sociedad. Este proceso exige adaptaciones del entorno a la persona, así como la propia persona al entorno.

La inclusión es el reconocimiento del derecho a la plena participación de todos los seres humanos en la dinámica social, cultural, política, económica y educativa de la comunidad a la que pertenecen, sin distinciones de ninguna índole. Como proceso, son los cambios graduales y dinámicos que deben darse en todos los sistemas (familia, escuela, trabajo) y estructuras (padres, hermanos, tíos, abuelos, profesores, vecinos, compañeros) para llegar al ideal de una comunidad para todos. Con estas reflexiones es claro que la familia es la primera comunidad que debe acoger y generar los apoyos necesarios para que la persona en situación de discapacidad pueda pertenecer a ella, participar como un miembro más, permanecer allí y ser valorado.